Poca gente a pesar de ser un duelo Clásico, pero salieron contentos por el esfuerzo de las Águilas Blancas y Pumas en categoría Intermedia, bajo un sol resplandeciente y la amenaza de virus contagiosos. Crónica color del duelo que ganaron las Águilas Blancas 25-19.
Alberto García Castillo / receptor
Fotos: Ernesto García / receptor
A media hora de que iniciara una nueva edición del Clásico Poli Universidad, el sol caía a plomo en la ciudad de México. La tribuna de Águilas Blancas en Santo Tomás se notaba medio nutrida, unas 900 personas ya esperaban el duelo de categoría Intermedia, la antesala de la Liga Mayor estudiantil.
A petición de la producción de Canal Once, los seguidores del Politécnico ocuparon la tribuna de visitante para que el ángulo de las tomas de las cámaras de televisión los destacaran el mayor tiempo posible.
En el ambiente se respiraba el mal de estos días, sí, la pandemia de coronavirus que tiene asolado al mundo entero y que ha provocado la cancelación temporal de juegos de la NBA, la Liga Española y la Serie A del futbol italiano, carreras de Fórmula Uno y muchos otros eventos masivos.
“¿Crees que cancelen la temporada?, espero que no porque la temporada está muy entretenida” era la pregunta y respuesta más repetida en el casillero, sobre todo luego de la declaración de emergencia anunciada por el presidente estadounidense Donald Trump en la víspera.
Quizá por eso la tribuna de los Pumas CU lucía muy raquítica, tan poca gente que se podía contar, dos, cuatro, seis, ocho diez, veinte, treinta cuarenta… 158 personas justo a unos segundos de darse el kick off inicial.
La asistencia mejoró minutos después, pero apenas llegaron otras 158 personas, muy pocas para un juego que luego de tres horas dejaría un grato sabor de boca a los asistentes.
En la tribuna de visitantes ocupada por los locales ya estaban unas mil personas. El pequeño estadio de Santo Tomás tiene un aforo para unas 5 mil personas.
En el terreno de juego, dos equipos entregados al máximo. Una resbalada pase de las Águilas Blancas revienta el primer estruendoso Huélum y el silencio de los 316 seguidores Pumas.
Con las acciones casi para finiquitar la primera mitad, apenas 54 segundos en el reloj, viene una jugada old school de los locales. Formación Profesional “I”, la 4-2 optativa, se la entregan al Full Back y rompe las seis yardas necesarias para lograr el Touchdown, revienta la tribuna y le da una ventaja de 17-6 a los Volátiles rojo Oklahoma.
Para entonces el reloj terrenal marcaba casi la una de la tarde y la temperatura arriba de los 30 grados con un sol casi equiparable al de las playas de Acapulco.
Inició el tercer cuarto, el cuarto de los campeones y en el terreno de juego vendría lo mejor. Gran duelo de Quarterbacks, Leonardo Garza de Pumas y Alan Herrera de Águilas Blancas que encabezarían series importantes para dar las emotivas volteretas que aderezaron el espectáculo.
Última serie de Pumas, con menos de 4 minutos del último cuarto, cuarta oportunidad, un pase en las diagonales, que los árbitros marcaron fuera y que explotó la algarabía de la tribuna politécnica.
Gran duelo, mejor espectáculo. Es la Intermedia estudiantil de México, donde destacan los jugadores que alimentarán a sus equipos de Liga Mayor.
La gente se fue contenta, porque el juego fue muy disputado y Pumas se quedó a unos centímetros de lograr darle la vuelta al marcador. La gente abandonó el estadio de las Blancas de manera acelerada, porque el sol ya estaba denso y mejor irse por la sombrita. Los jugadores satisfechos de haberse entregado al máximo en esta jornada dos, que puede ser la última, depende del amenazador coronavirus.