Feliz cumpleaños, football: 150 años del primer partido

Hoy es 6 de noviembre. Hace 150 años, nació el fútbol americano en los Estados Unidos. Feliz cumpleaños al deporte de las tacleadas, que tuvo su alba en un enfrentamiento entre Rutgers y el Colegio de New Jersey, y siglo y medio después, es todo un imperio económico y cultural.

Alberto García Ramos / receptor

Es el 2019. El fútbol americano es uno de los deportes más importantes a nivel mundial. Año con año, el Super Bowl atrae a más de 100 millones de televidentes en los Estados Unidos, bueno para ser el programa más visto de cada calendario.

En 2018, la NFL generó un estimado de 15 mil millones de dólares en ingresos, y el actual comisionado Roger Goodell pretende llevar esa cifra hasta los 25 mil millones para 2027, según el Chicago Tribune. 

Para poner esta cifra en perspectiva: en 2017, el total de las exportaciones de petróleo crudo de México representaron 19 mil millones de dólares para la economía nacional. Así de importante y de masivamente exitosa es la NFL. 

En nuestro país, en términos económicos, no se puede equiparar el impacto del fútbol americano. Pero sí es una realidad que el deporte de las tacleadas es la única disciplina amateur capaz de llenar escenarios como el Estadio Olímpico Universitario, el Estadio de la Ciudad de los Deportes o el Estadio Universitario de Nuevo León, sólo por mencionar una tercia, además de que las dos universidades públicas más importantes de la nación, la UNAM y el IPN, encontraron sus colores y su identidad gracias a este deporte.

Actualmente, bajo los esfuerzos de la NFL y organizaciones como USA Football, el fútbol americano está intentando conquistar el panorama internacional. Partidos de temporada regular de la magna liga en Londres y la Ciudad de México, así como los Campeonatos Mundiales U19 y Senior organizados por la Federación Internacional de Fútbol Americano (IFAF, por sus siglas en inglés). 

Pero todo empezó un día como hoy hace 150 años. El fútbol americano se formó dentro de las universidades de los Estados Unidos y tuvieron que pasar décadas de predominancia en ese nivel, como sucede en México, antes de convertirse en el imperio económico y mediático que es, de la mano de la NFL y la NCAA.

Fue un 6 de noviembre de 1869 cuando se jugó el primer partido de lo que hoy conocemos como fútbol americano, o al menos así es como lo reconoce la historia, entre dos universidades distintas.

La Universidad de Rutgers venció 6-4 al Colegio de New Jersey, lo que hoy es la Universidad de Princeton. El partido se jugó en New Brunswick, New Jersey, y hubo alrededor de 100 aficionados presentes, según información de Rutgers. 

Aquí un extracto del libro Season of Saturdays (Temporada de Sábados) de Michael Weinreb, acerca del partido que significa el albor del fútbol americano: 

Nació en un estado perpetuo de crisis: un juego que no era un pasatiempo organizado, sino un ritual primitivo de iniciación, un juego tan cargado con violencia anárquica que ésta parecía ser su única razón de ser.

En Harvard, se referían a la gran melé entre universitarios de primer y segundo año como el “Lunes Sangriento”; en Yale, cantaban coplas acerca de romper sus playeras y calzones y suturarse. El único objetivo era llevar la vejiga inflada de un cerdo hacia la meta, y las reglas variaban momento a momento, campo a campo.

Era un híbrido inconexo de fútbol soccer, rugby y Los Juegos del Hambre; frecuentemente en esos primeros años, con una nación a punto de caer en la Guerra Civil, se convertía en algo feo, revoltoso, y también fatal. “El juego consistía en patear, empujar, violentar”, escribió el Autor Allison Danzig, “y sobre todo enojarse”. 

Éstos son los orígenes del fútbol americano universitario como lo conocemos. Es un deporte que tuvo que ser activamente domesticado desde su momento de origen.

Oficialmente, podemos regresarnos al 6 de noviembre de 1869, un campo de pasto para vacas a un lado de la College Avenue en New Brunswick, New Jersey: 25 hombres formados, el campo de juego midiendo 360 pies de largo (109 metros) y 225 pies de ancho (68 metros).

La pelota era redonda, pero no dejaba de desinflarse, y los participantes tomaban turnos para echarle aire e inflarla otra vez, por lo que su forma era constantemente ambigua. Los puntos se anotaban al patear dicha bola en medio de un par de postes verticales. Las reglas estaban alineadas más cercanamente al fútbol soccer de Europa, y los participantes se amarraban sus chalecos como turbantes alrededor de la cabeza. 

Alguien del lado de Rutgers, quien su vergüenza vivirá por siempre en el anonimato, accidentalmente anotó en su propia meta. Un jugador de Princeton apodado Big Mike fue asignado con romper la formación de protección de los rivales simplemente dejándose ir para atravesarlos; llegó un momento en el que él y un oponente de Rutgers estaban peleando por una bola viva, y chocaron, cabeza primero, con un tablero donde estaban subidos algunos espectadores, derribando el tablero y a todos los que estaba subidos en él.

“¡Ustedes no llegarán a ningún fin cristiano!”, gritó un profesor de Rutgers mientras pasaba en su bicicleta. 

Rutgers ganó 6-4, y entonces, corrieron a los jugadores de Princeton fuera del pueblo, enviándolos apresuradamente hacia sus carruajes y vagones, marcando así el debut intercolegial de un deporte cuyos cuidadores, cada año desde entonces, han intentado sembrar orden en las semillas de la barbarie.

Una placa conmemorativa del primer partido de la historia del fútbol americano fue develada en el College Field, el campo donde se llevó a cabo el nacimiento entre Rutgers y Princeton. “El lugar de nacimiento del fútbol universitario”.

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