Al que les pongan

Alberto García Ramos

El juego fue defensivo por casi tres cuartos. Las ofensivas habían anotado sólo 14 puntos. La combinación de una defensiva implacable y un corredor castigador y fresco fue la diferencia para Alabama en el cuarto cuarto. Mandan el mensaje derrotando 24-7 a Washington, avanzando a su quinta final nacional en ocho años.

En la primera mitad ambas defensivas desplegaron por qué son la principal faceta de sus equipos. Tanto Washington como Alabama se adjudican una reputación defensivamente agresiva.

Y por lo mismo, el Peach Bowl, la primera semifinal de este 31 de diciembre, abrió con 3 y fueras consecutivos. Tanto los Huskies como la Crimson Tide empezaron a medirse.

Así como no se hicieron daño arrancando el encuentro, en las consecuentes series ofensivas ambos equipos capitalizaron en las diagonales. El ataque de Washington fue variado. Ocho jugadas que culminaron con una espiral perfecta del QB Jake Browning a Dante Pettis abrieron el marcador y le dieron la ventaja a los Huskies 7-0.

La respuesta del Crimson Tide fue inmediata, y también con su particular estilo. Nueve jugadas, ocho acarreos, recorriendo 78 yardas y Bo Scarbrough arrastró a tres defensivos de Washington en su camino de 18 yardas para llegar a las diagonales. En tres minutos el marcador se volvió a empatar, ahora 7-7.

Como un par de máquinas recién afinadas, las defensivas apretaron las tuercas y se cerraron por el resto de la primera mitad.

Sin embargo, cuando se enfrenta a un equipo tan dominante como Alabama, los errores siempre van a costar. Un fumble de los Huskies en su yarda 40 culminó con un gol de campo de Alabama en la primera jugada del segundo cuarto, para el Crimson Tide subirse por primera vez 10-7.

Ambos quarterbacks vivieron el segundo cuarto bajo una presión incesante. Especialmente Jalen Hurts de Alabama, quién fue limitado a 9 intentos de pase, 5 de ellos completos, y sólo 32 yardas en esa primera mitad. Así como la defensiva de LSU estuvo respirándole en la espalda a Hurts, Washington intentó emular ese plan de juego, y con gran éxito neutralizaron al quarterback novato.

Sin embargo, si hay una defensiva capaz de anotar, es la del Crimson Tide.

Con 1:30 en el segundo periodo, Ryan Anderson interceptó a Jake Browning y recorrió 32 yardas para cruzar las diagonales. Sólo el décimo primer touchdown defensivo de Alabama, sólo. Ninguna defensiva en la División Uno anota más que la del Crimson Tide.

En un partido en el que las defensivas están teniendo un auténtico choque de titanes, los momentos cúspide recaen en los errores que rompen con el flujo del juego, y tanto el fumble como la intercepción de Alabama significaron la diferencia de 10 al medio tiempo.

Y durante el tercer y cuarto cuarto, con la desventaja de diez puntos, la ofensiva obligada a despegar era la de los Huskies. En lugar de eso, la defensiva de Alabama siguió siendo dominante, impuso su fuerza, y neutralizaron al cuarto mejor ataque de la nación.

Tres y fueras consecutivos por parte de Washington en nada le ayudaban a su defensiva, que queriendo mantenerse al nivel, necesitaba descanso, pero su ataque no lograba ligar una serie de jugadas exitosas.

Ni el juego de la posición en el campo podía ganar Washington, que despejes deficientes le dejaron la bola a Alabama en medio campo en tres series consecutivas.

La defensiva de los Huskies no bajó las manos. En ningunas de esas tres series Alabama anotó puntos. El marcador se mantuvo inmóvil durante el tercer cuarto.

Pero es un partido de 60 minutos, y la defensiva de los Huskies estaba exhausta. Alabama fue acorralado en su yarda 2 en los primeros minutos del cuarto cuarto, luego de un despeje sensacional por el mismo Jake Browning. No sólo era la oportunidad de consolidar el juego defensivo, sino de ponerse en el marcador y recortar la diferencia de 10 puntos.

En lugar de eso, cinco jugadas después Bo Scarbrough hizo estallar al Georgia Dome con una carrera de setenta yardas. Dos tacleadas rotas, dos profundos que esquivó por habilidad, y Scarborough cerró las esperanzas de la sorpresa cuando llegó a las diagonales, poniendo 24-7 el marcador.

La defensiva de Alabama se mostró como siempre. Aplastante, asfixiante, dominante. La mayor amenaza que Washington presentaba eran sus receptores profundos, y limitaron a Jake Browning a MENOS DE 4 yardas por pase. El juego terrestre, por supuesto, desvanecido.

17 puntos significaron una diferencia abismal para una ofensiva que apenas logró superar las 200 yardas totales. Jugarle a la defensiva de Alabama es jugar contra la mejor.

Jalen Hurts tuvo, sin ser despectivos, una tarde para el olvido. El mariscal de campo de Alabama completó 7 de 14 yardas para 57 yardas. Pero en un equipo tan completo como lo es el Crimson Tide, siempre habrá alguien que rescate al equipo. Ese alguien hoy fue Scarbrough.

En las dos series ofensivas de touchdown para Alabama, Bo fue el caballo de batalla. Terminó el juego con 180 yardas y 2 anotaciones y nos recordó la caballada de corredores espectaculares que han pasado antes que él.

Washington estuvo al tú por tú durante casi tres cuartos, pero para ganarle a la dinastía actual del college football, hay que jugarles 60 minutos. Cuando imponen su autoridad, y la defensa de Alabama es la que rige el encuentro, pocas, si no es que ninguna defensiva en la nación puede aguantar el ritmo.

Exhaustos, como en el béisbol vino el cerrador Bo Scarbrough para aniquilar el juego. Un corredor que tuvo la tercer mejor marca en yardas durante la temporada, hoy fue protagonista. Alabama jugará su segunda final consecutiva, en busca del quinto en ocho años.

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