- Durante la temporada, primero se alzaron como favoritos, luego cayeron como decepción. Burros Blancos venció 14-11 a Pumas CU en el Olímpico y demostró que sabe levantarse de la adversidad. No sólo es Alejandro García, es un engranaje completo que se ganó el viaje a Monterrey para la Gran Final de la Liga Mayor de ONEFA.
Alberto García Ramos
Foto: Ernesto García
Los Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional hicieron la campanada y derrotaron 14-11 a los Pumas de Ciudad Universitaria en la segunda semifinal del torneo de la Conferencia Verde de la Liga Mayor de ONEFA, terminando con la racha de nueve juegos de campeonato consecutivos entre los Auténticos Tigres y los felinos del Pedregal
Tal vez necesitaban caer de manera tan dura en temporada regular. Tal vez necesitaban de esa derrota en el estadio de la Ciudad de los Deportes y después en Chihuahua.
Burros Blancos aprovechó la segunda oportunidad que se les presentó, la postemporada. Un nuevo inicio, aquí no importan los récords, dice la sabiduría convencional del deporte. Bajo ese espíritu, los Politécnicos se metieron a Ciudad Universitaria a lograr algo que no habían hecho en la última década.
Mucho se hablaba del equipo que los recibía en su casa. Los Pumas presumían una defensiva de época, que apenas permitía cinco puntos por partido; eso incluyó una exhibición en la que limitaron a los Burros Blancos a sólo un touchdown. En contraste con los équidos del politécnico, Pumas llegaba embalado a los playoffs, en miras de conseguir el bicampeonato de la Liga Mayor.
Pero desde el momento en el que los Burros se metieron al Estadio Olímpico Universitario de CU, se sentía diferente. Ya no era un exceso de confianza, ahora más bien se trataba de un sentimiento en el que no tenías nada que perder y todo que ganar.
Es que esa era la realidad. El equipo hegemónico eran los auriazules. Desde que Burros ingresó a la conferencia fuerte del fútbol americano de ONEFA en 2008, nunca le habían ganado a la escuadra de la UNAM. El año pasado se quedaron muy cerca, en el mismo escenario, en la misma semifinal, pero Pumas preservó la victoria. Una derrota que significó motivación durante toda la presente temporada para la escuadra del HC Francisco Chaparro.
Tal vez hasta la misma afición había dejado de confiar en ellos. Luego de abrir la temporada con récord invicto de 6-0, los Burros Blancos perdieron sus últimos dos partidos de temporada regular por marcadores combinados de 67 puntos en contra y 20 a favor. En el Estadio de la Ciudad de los Deportes, los fieles del IPN superaron con facilidad a los universitarios, mientras que este sábado 17 de noviembre fueron los locales los que se impusieron en número frente a los aficionados de Burros.
Confianza, seguridad, hacer historia. Eran los sentimientos que expresaban los jugadores guindiblancos previo al encuentro. En el momento en el que empezaban las goyas y los huelums, probablemente ninguna de las 30,000 personas que se dieron cita en el aposento sabía con certeza lo que estaba a punto de suceder.
Los del casillero de Zacatenco lucían un uniforme impecable blanco, desde el casco hasta los zapatos. Enfrente, los felinos universitarios de la misma manera en su dorado tradicional. Todavía hay algunos que pelean que no es, pero fue un auténtico Clásico Poli-Uni.
La ofensiva comandada por Alejandro Garcia (9) carburó de manera inmediata. En la primera serie ofensiva que tuvieron en el encuentro, se metieron profundo al terreno de los Pumas. Sin embargo, enfrentando cuarta y una metidos en la yarda 15, no fueron capaces de convertir el 1ero y 10 y le entregaron la bola a los universitarios.
Los todavía campeones defensores, comandados por Marco Durán (15), ligaron una serie ofensiva que destacó por una conexión del mismo Duran con Óscar de la Concha (16), quien se metió hasta la yarda 11 de los Politécnicos. La defensiva logró fajarse y limitaron dicho ataque a sólo un gol de campo. Pocos sabían que sería la defensiva de los Burros la que se convertiría en protagonista durante los 4 cuartos.
En la primera mitad, quien se robó el show fue por supuesto Alejandro García. En la serie consecuente al gol de campo de la Universidad, los équidos volvieron a montar un muy buen drive que culminó con una carrera espectacular de 30 yardas del quarterback de tercer año. En el momento en el que cruzó las diagonales, se entregó por completo a su tribuna con el gozo que siempre debe tener un jugador fútbol americano. Y no, no era una fanfarronería, era el simple disfrute del momento que estaba viviendo.
En acciones del segundo cuarto, Burros mantuvo la delantera de manera contundente. Para los universitarios hubo una abrupto cambio de juego: en esa primera serie, Durán salió lesionado y no regresó por el resto del encuentro. En su lugar entró quien ya fuera en 2017 quarterback titular, Daniel de Juambelz, pero que no fue productivo en esta semifinal.
Antes de la intermisión, Garcia volvió a meterse a las diagonales por la vía terrestre. Un touchdown de seis yardas sucedió una jugada grande en la que Garcia conectó con su receptor Luis Martínez (11), quien desde la yarda 30 logró meterse hasta zona de gol. Con el segundo acarreo de anotación de García, Burros se convirtió en el primer equipo en anotarle dos touchdowns en el mismo partido a Pumas en toda la temporada. Los 14 puntos ya eran la cifra más alta que había permitido la UNAM en 2018.
Burros Blancos se estaba viendo como el equipo que le metió 36 puntos a la Anáhuac, 31 a Nuevo León, y 28 a la UVM, no como el que perdió 33-7 con Pumas y 34-14 con Chihuahua.
Así como los campeonatos no se ganan en temporada regular, los partidos no se ganan en dos cuartos, sin embargo. Todavía Pumas tuvo una última oportunidad de ponerse en la pizarra en los segundos finales del segundo cuarto, pero Daniel de Juambelz lanzó una intercepción en la yarda 10 que mantuvo el estático 14-3 al medio tiempo.
Un rival que rara vez enfrenta la Universidad: la adversidad. Sólo una vez en la temporada se fue al medio tiempo abajo, y fue un 6-0 frente a la UVM que terminaron volteando para ganar 20-6. Ahora, si querían continuar con una racha 10 apariciones en el juego de campeonato de la liga, necesitarían borrar un déficit de 11 puntos.
En la segunda mitad, bajo un cielo azul impecable y un calor que no se había sentido en los últimos días en la Ciudad de México, la defensiva de los Pumas se regresó a sus estándares. Sólo permitieron tres 1eros y 10 de los rivales. El politécnico no volvió a oler las diagonales, pero no lo necesitaron, porque su defensiva saltó a la ocasión que era: un partido de pesos pesados.
Los pupilos del HC Otto Becerril tuvieron oportunidades claras y aún así se mantenían con 3 puntos en el marcador. La más clara, la más dolorosa y en retrospectiva, la diferencia en el encuentro, fue una cuarta oportunidad y gol que tuvieron los universitarios para recortar el déficit en la recta final del tercer cuarto, puestos en la yarda uno del rival.
Sebastián Villagrán (6) quiso romper el plano imaginario saltando sobre la línea ofensiva. El problema fue que la línea defensiva de Burros penetró de manera impresionante, y Villagrán soltó el balón en el aire, el cual fue recuperado por Rodrigo Aquino (13) quien no sólo aseguro la posesión del ovoide para evitar el touchdown, sino que lo llevó hasta el medio campo, y de no ser por el mariscal de campo universitario, se hubiera metido a las diagonales.
Era en esos momentos que se sentía no era un juego más, un juego en el que Pumas eventualmente lograría el regreso y se instalaría en la gran final. No, ahora se volvía a transpirar confianza en la lateral de los de Zacatenco, pero no esa confianza dañina, sino aquella que te inspira porque estás demostrando que lo puedes hacer.
Los Pumas tuvieron que recurrir a su tercer QB de la mañana: Rafael Arenas (12). El jugador de quinto año logró hilar la mejor seria ofensiva de los universitarios, que al mismo tiempo, empezó a meter miedo en esa seguridad politécnica.
Con seis minutos en el cuarto cuarto, Arenas comando un drive que concluyó con un pase de Touchdown de 30 yardas a José Ruiz (21). La conversión de dos puntos fue exitosa en conexión con Ricardo Sainz (20), y de repente, Pumas sólo estaba abajo 14-11.
La ofensiva de Burros ya no encontró su magia en esa segunda mitad, y prácticamente de manera inmediata devolvieron la posesión del balón a los universitarios, que con dos minutos, buscaban mínimo el empate pero preferentemente la victoria. Es en esta serie en la que se demostró que Burros sí es el equipo que todos pensábamos.
Ya no sólo se trata de esperar cuántos puntos pueda meter Alejandro García y la ofensiva. Si dicho mariscal de campo no juega su tarde más prolífica, Burros Blancos puede confiar en su defensiva. Una unidad que se vio dominante contra Auténticos Tigres, Linces y Águilas Blancas. Una defensa que tenía la oportunidad de enviar a su equipo al juego de campeonato. Una defensa que lo hizo.
Pumas tenía que recorrer 83 yardas para las diagonales, y ya se estaba metiendo en territorio enemigo. Las goyas que se despedían desde la tribuna del Palomar ahora inspiraban más osadía, y un sentimiento de que sí, era una eventualidad, la UNAM iba a robar la victoria.
Enfrentaron cuarta oportunidad y dos yardas para la renovación de los downs. La defensiva de los Burros lo único que tenía que hacer era detener dicha jugada y la semifinal estaba en la bolsa.
Forzaron el pase incompleto de Arenas, le devolvieron la bola a su ofensiva, solo tuvieron que acabarse el reloj para asegurar la victoria 14-11.
De manera increíble y contra todo pronóstico, los Burros Blancos se metieron a Ciudad Universitaria para romper la hegemonía, pero sobre todo, para reenviar el mensaje: somos un peso pesado.
Muchos se habló en ese primer mes y medio de cómo Burros Blancos era favorito para el campeonato. Pero posiblemente se habló más cuando vino la debacle hacia el final de la temporada regular. Que si eran los mismos de siempre, los del ya merito, que tanto habían hablado para perder la localía de los playoffs, que en dos semanas destruyeron todo lo que habían hecho, y que su inicio de temporada había sido una anomalía.
¿Y qué tal si estas últimas dos semanas fueron la verdadera anomalía? ¿Qué tal si el verdadero espejismo no era el equipo que derrotó 31-10 a Auténticos, sino que el que fue brutalmente golpeado por Pumas en Ciudad de los deportes? ¿Qué tal si esas últimas dos semanas no eran la norma, y la norma es que Burros Blancos es un equipo muy talentoso capaz de medirse con cualquiera?
Creamos juntos, era el mote en redes sociales que manejaba el equipo de cara a los playoffs. Frente a cerca de 12,000 de sus más efervescentes aficionados, y otros 15,000 de la UNAM, el representante del Politécnico en Zacatenco volvió a creer. No a creer que sólo por meterse al campo van a salir victoriosos, sino a creer que si hacen las cosas bien, ejecutan como un equipo completo y se complementan, serán el equipo ganador. A creer que los partidos se ganan jugándolos, y que son escalones que cada uno debe superarse de manera metódica.
La defensiva de Pumas se mantuvo en sus estándares aunque hayan permitido nueve puntos más del promedio de la temporada. Limitar a dos touchdowns al llamado “Magnífico” García es algo que casi ningún equipo de la Liga Mayor puede presumir. El problema para Pumas, y la razón por la que Burros se instaló en la final, es que la defensiva politécnica aguantó el embate. Porque eso es lo que hacen los equipos de campeonato: se complementan.
Rompieron con la hegemonía. Exorcizaron su segundo demonio más importante. Se metieron a casa del campeón defensor y lo sacaron de la postemporada. Pero para realmente anotarse en los anales de la historia, a Burros Blancos le falta un partido: el juego de campeonato.
Contra un equipo que ya derrotaron en 2018, pero en un escenario distinto. Visitar el Gaspar Mass de San Nicolás de los Garza no es fácil para nadie, y la última vez que los Burros lo hicieron, fueron vapuleados 41-21 por los Auténticos Tigres.
Burros demostró su crecimiento. En 2018 se consolidaron como protagonistas del torneo. La victoria en Ciudad Universitaria demuestra que saben anteponerse a la adversidad. Sólo les falta un escalón para ganarse ese mote histórico e indiscutible, ese que nadie puede cuestionar: campeones. Ese escalón se llama Auténticos Tigres.