El Playoff es la oportunidad de anunciar el regreso de Notre Dame

Notre Dame llega a su primer College Football Playoff en cinco años de existencia del formato. Desde 1988 que los Irish no se coronan campeones nacionales. Es la oportunidad de demostrar que en el Siglo XXI son pesos pesados.

#1, Alabama, misma defensiva y un QB de miedo.

#2, Clemson, cuatro frontales de NFL pero un novato prodigio en la ofensiva.

#4, Oklahoma, la mejor defensiva de la Era del Playoff, pero nada más.

Alberto García Ramos

La última vez que los Notre Dame Fighting Irish contendieron de manera seria por el campeonato nacional fue 2012. También fue la última vez que terminaron la temporada regular con récord invicto. En el campeonato nacional de ese año, Alabama los humilló 42-14, y desde entonces Notre Dame no se puede recuperar.

Es una realidad que la historia del fútbol americano universitario no se cuenta sin Notre Dame. Son el equipo con la sexta mayor cantidad de victorias desde que existe el deporte, con 897 ganados. De los equipos de la División 1, son el tercero con más campeonatos nacionales, 11. 

Pero justamente el último título del Fighting Irish vino en 1988. Hace treinta años que Notre Dame no se proclama con el más alto reconocimiento de supremacía en el deporte que por tantas décadas dominó. 

El fracaso en el campeonato de 2012 fue amargo. El equipo de 2018 tiene la oportunidad no sólo de enmendar lo ocurrido hace seis años, sino también de regresar a los Irlandeses Peleadores a donde pertenecen: a la élite del college football. 

Brian Kelly era el Head Coach de ese equipo que barrió la competencia en 2012 antes de toparse con Alabama. En 2016 tuvo un pobre récord de 4 ganados y 8 perdidos, y este año, volvió a irse con puras victorias en su marca: 12-0, para así ganarse el #3 en el ranking del Comité de Playoff, y el lugar en las semifinales.

A pesar de que el QB Brandon Wimbush comandó la primera triada de partidos ganados, el coach Kelly lo mandó a la banca en favor de Ian Book, quien demostró ser el mejor pasador de los dos, y la ofensiva de Notre Dame empezó a carburar a un ritmo diferente. Book terminó la temporada regular con 2,468 yardas totales, modestos números con 19 touchdowns y 6 intercepciones, pero esto lográndolo mientras completó el 70% de sus pases. 

La ofensiva de los Irlandeses no es particularmente espectacular. Su líder corredor, Dexter Williams, no logró sobrepasar las mil yardas (941, 6.6 yardas por acarreo), y su líder receptor tampoco, ya que Myles Boykin se quedó con 804 yardas y 8 touchdowns.

Entonces, ¿cuál es la carta de presentación para estos Fighting Irish? ¿Qué será su fortaleza para intentar competir con los otros tres semifinalistas, entre los que destacan las dos defensivas más talentosas de la nación (Clemson, Alabama) y las dos ofensivas más dinámicas del circuito (Oklahoma, Alabama)?

La defensiva es buena, pero ciertamente tampoco es de élite, al menos no lo demuestran así los números que sí favorecen a los demás invitados al College Football Playoff.

Su defensa es la novena mejor en puntos permitidos (17.9 promedio por partido), pero la #33 en yardas terrestres por partido (133.5), la #36 contra yardas aéreas (198 por partido), la #22 contra yardas totales (332 por partido).  

Notre Dame metió a tres jugadores a los All-America que nombra la Prensa Asociada: Julian Love, esquinero, en el primer equipo; Jerry Tillery, tacle defensivo, en el segundo equipo, y Te’Von Coney, linebacker, en el tercer equipo. 

Sin un campeonato de conferencia, los Fighting Irish hicieron lo que les tocaba: barrer a su competencia. Y esa también es una virtud que debe resaltar en el equipo: saber resolver juegos difíciles. Desde la primera semana del calendario, su defensiva terminó por asfixiar las aspiraciones de los Michigan Wolverines y los derrotaron 24-17. 

Semanas después, contra el entonces #7 Stanford, fue una tarde de ensueño de Ian Book en la que lanzó para cuatro touchdowns y la ofensiva totalizó 550 yardas contra una de los programas emblemáticamente defensivos de la Conferencia Pac-12 para derrotarlos 38-14. 

La semana siguiente fue la ofensiva otra vez, pero ahora el corredor Dexter Williams quien lideró el combate, con 178 yardas por tierra y tres anotaciones para apabullar al entonces #24 Virginia Tech y destrozarlos 45-23.

Los equipos relevantes saben ganar, con dominación o de manera cardiaca, pero salen del campo con la victoria. Muestra de eso fueron las victorias contra Pittsburgh y USC, de las que vinieron de atrás 14-6 y 10-0, respectivamente, para conservar el invicto. 

El currículo de los Irish es de respeto: cuatro victorias contra equipos del Top 25.  Este es un equipo versátil que puede acomodarse a sus propias fortalezas y vencer a sus rivales aprovechando sus debilidades. 

Para el Cotton Bowl del sábado, en Clemson encuentran un equipo con escasas debilidades. Una línea defensiva de nivel NFL, un juego terrestre muy completo, y un QB novato pero prodigioso. Los Irish tienen muchas bocas que callar, esas que dicen que solo están entre los cuatro mejores por puro renombre, por puro prestigio, que Ohio State pudo haber sido más digno de estar en las semifinales.

Notre Dame no quiere pasar un 2012 otra vez, en el que el Comité (o en ese entonces, el BCS) les dio el voto de confianza y los colocó en el mayor evento del deporte para que entonces fueran humillados. Alabama del 2012 no es muy distinto de Clemson del 2018, equipos que asfixian a la defensiva y corren la bola a merced de su línea ofensiva. 

Es una oportunidad de regresar a la relevancia, a la élite. O una oportunidad más de seguir hundiéndose en sus memorias. A treinta años de su último campeonato nacional, los Fighting Irish necesitan demostrar que sí pertenecen con los pesos pesados del Siglo XXI.

Cotton Bowl: Semifinales del College Football Playoff. #2 Clemson vs #3 Notre Dame, 15:00 horas (hora del centro de México). Dallas, Texas.

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