Gracias mamá

Un jugador de fútbol americano difícilmente podrá serlo sin el apoyo de su madre. El papel que juegan es fundamental para que el niño practique este viril deporte.

receptor especial

La madre tiene un sexto sentido para saber qué es lo mejor para su hijo. Por ello pone atención en las pláticas de las reuniones sociales y logra escuchar que el fútbol americano es un deporte formativo. Activa sus antenas, escucha que esa disciplina reúne las características y le llama la atención.

Eso es lo que busca para su pequeño, que practique deporte pero sobre todo que aprenda valores de la vida. No entiende por qué el deporte de las tackleadas lo da, porque difícilmente una mamá lo practicó. Si no es aficionada a esta disciplina, le costará tiempo entenderlo, sobre todo por las reglas tan complicadas de este deporte y pondrá especial precaución por los golpes que se dan en cada jugada.

Pero de seguro hay algún hermano, primo, amigo, el esposo mismo quien sugiere que el menor se integre a un equipo. La madre lo piensa pero no mucho. Su instinto le grita que es lo correcto. Pero sabe que la mayor responsabilidad recaerá en ella: Tener que llevar a entrenar al pequeño, prepararle las bebidas rehidratantes, una nueva alimentación con muchas proteínas y carbohidratos (porque se vuelve una experta en dietas), sabe que tiene que aprender discursos motivacionales para alentar al nuevo atleta, pero sobre todo ser la porrista número uno de su hijo.

Ella sigue al pie de la letra las exigencias de los coaches: No pueden faltar a entrenar, ni llegar tarde. Y los entrenamientos incluyen sábados y domingos, días festivos y ¡vacaciones!

Pero vé tanto entusiasmo en su vástago que sacrifica todo con tal de verlo contento. El fútbol americano atrapa a los niños, los absorbe al cien por ciento y les da casi un motivo de vida. La mamá ve que su hijo está aprendiendo los valores de este deporte: Amor por sus colores, trabajo en conjunto, disciplina, responsabilidad, respeto a la autoridad, dedicación, trabajo diario, esfuerzo, concentración plena, y mucha actividad aeróbica y de fuerza.

Inicia la temporada, las madres más que nadie sienten que están en el camino correcto, son las que más gritan en los juegos, las que más animan con sus tambores, arreglan la tribuna, organizan el agua y las credenciales, invitan a los familiares, amigos, conocidos a que vayan al estadio. Están involucradas al ciento veinte por ciento. Quizá no entienden las reglas del juego y las estrategias pero comprenden mejor que nadie el sentimiento de sus hijos. Ellas les dieron vida nueve meses en su vientre, y lo entienden como a nadie en el mundo.

«Daremos el todo por el todo» le dicen sus hijos en la víspera al juego. La mamá es la que sabe decir las palabras sabias que necesita el pequeño gladiador. Con todo respeto, los padres, en la mayoría de los casos, poco ayudan porque ven el deporte como coaches de tribuna y su visión medio villamelona termina por perjudicar el carácter del chamaco. La mamá al contrario, comienza a sentir que el fútbol americano es un modo de vida, que enseña entre otras cosas a levantarse luego de una estrepitosa caída, que las victorias son gratificantes pero sobre que tienen gran valor de enseñanza las derrotas.

La mamá lo es todo para un jugador de fútbol americano, es quien entiende perfectamente que un golpe sí duele, aunque él tenga que decir que no. Porque llegando a casa se convierte en enfermera, le prepare hielo y fomentos calientes para esa lesión y hasta le hace un vendaje poco ortodoxo pero efectivo.

Después de una semana de entrenamiento, la madre es la que recibe las fundas, jersey y calcetas y no da crédito de lo que tiene que lavar, pero las deja impecables, como nuevas para que el pequeño regrese limpio al entrenamiento.

El jugador conforme crece pide el apoyo para mejorar su alimentación, porque quiere ponerse fuerte para sobresalir en el emparrillado. La madre lo apoya, porque es la columna vertebral de la familia y siempre, por siempre estará a su lado.

No falta la época en la que el chamaco reclama «no te metas mamá, tú no entiendes», pero esas palabras se las llevará el viento porque cuando el jugador madura siente la imperiosa necesidad de reconocer lo que su madre hizo por él y entonces sí de corazón le recita un sincero, gracias mamá.

Feliz día de las madres

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