Fiesta universitaria de fútbol americano

Alberto García Ramos

La afición está a la altura. El partido entre los Pumas CU y los Auténticos Tigres, para definir al Campeón de 2017, pasará a la historia. La Gran Final de la Conferencia Verde fue una fiesta, y aunque el final es doloroso para algunos, los jugadores y los aficionados saben que esto es incomparable.

Foto Ernesto Mendoza

Es raro ver que la tribuna universitaria del Palomar del Estadio Olímpico Universitario entone la mítica Goya durante un partido de los Pumas CU, y la respuesta de la tribuna del pebetero también sea una Goya, idéntica, sin ningún cambio.

Pero cuando es día de campeonato dentro del máximo circuito de fútbol americano, y el recinto Olímpico de la Máxima Casa de Estudios de México va a ser la sede, la afición Puma es capaz de llenar ambos sectores del estadio.

La anticipación y las ganas de ver a sus Pumas campeones fue inmensa. Con el juego de Campeonato contra los Auténticos Tigres de la UANL programado a las 12, a las 11:25 de la mañana la zona usualmente local para Pumas, el palomar, ya estaba al máximo de su capacidad permitida. Aquellos aficionados que quisieran ingresar, y eran bastantes, tuvieron que hacerlo por el lado del Pebetero, la tribuna oriente del aposento deportivo.

Pero no tomó más de 15 minutos para que esta sección también se llenara. Ya con la patada de inicio y unos minutos transcurridos de encuentro, la afición unió el palomar y el pebetero, llenando toda la sección de la cabecera norte.

¿La cabecera sur? Los leales de los Auténticos Tigres. La familia de los jugadores regiomontanos que hicieron el viaje desde San Nicolás de los Garza, y que llegaban con esperanza de que sus felinos norteños capturaran el tricampeonato.

La CDMX ha deleitado (o tal vez disgustado) a sus habitantes con cielos azules impecables, sin nubes en el espectro visual, y el sábado, no fue la excepción. El característico azul con un tono de smog pero con los rayos solares cayendo sin ningún obstaculo, la iluminación perfecta para definir al nuevo campeón de la Conferencia Verde, el más alto nivel de la Liga Mayor de ONEFA.

El pasto del Olímpico, verde reluciente. Un logo por cada yarda 25 le recordaba a los asistentes que se celebra el 90 aniversario del fútbol americano en la UNAM, y que no se les olvide que los Pumas fueron bautizados para el ovoide, no para el balompié.

La primera explosión de Goya sonora vino cuando la defensiva local bloqueó un gol de campo de Ricardo Aguilar. A destiempo, porque no hay quién organice a 35,000 personas, y las que aún por ahí de las 12:20 seguían entrando con toda la disposición de hacer que se sienta el estruendo.

Pasó un cuarto, los Pumas estaban arriba gracias a un touchdown de su QB estrella Daniel de Juambelz con el veteranazo receptor Andrés Salgado. La gente no dejaba de entrar. La zona de abajo, que difícilmente abren para el deporte de las tacleadas, recibió gente, por segunda semana consecutiva, para que no digan que no es una disciplina popular.

La tribuna del Pebetero nada más no podía organizar un grito de Goya al unísono; fue hasta que las porristas de los Pumas llegaron a organizar sendo relajo, y con el fumble que provocó la defensiva sobre los Auténticos Tigres en el segundo cuarto, se coordinaron hasta con los 20,000 que tenían enfrente.

No fue una Guerra, más bien una lluvia de Goyas entre las dos tribunas. Al final, los que más lo resentían fueron los Auténticos Tigres, que a sus espaldas tenían el cántico rival resonando.

Hacia el medio tiempo, apenas había transcurrido una hora pero para los casi 40,000 aficionados parecieron 5. Seguramente el consumo de coca-cola, nieves de limón, paletas de hielo, agua simple y hasta frappés (cafés fríos) excedió las expectativas en el estadio, y en la intermisión del juego, prácticamente todo aquél aficionado que gritó una goya necesitaba refrescar su gargante. Tuvieron que esperar a que se recargaran las municiones.

Las porristas decidieron dar un rol de Goyas. Caminaban aproximadamente unos 20 metros para dirigirse a un nuevo sector de aficionados en las tribunas, agitaban sus pompones en el aire, y con el conteo anticipaban la Goya. Así, se aseguraron que ningún aficionado se quedó con las ganas, y se reafirmaba que ese día, el auriazul era completamente UNAM.

Un partido tenso, para cualquier alma viviente que lo haya presenciado. El momentum del encuentro lo empezaban a ganar poco a poco los Auténticos Tigres. Ya eran muchas las posesiones que se metían profundo en el territorio rival y se quedaban con 3, o de plano con las manos vacías. Empezaba el cuarto cuarto, y los Auténticos buscaban meterse a las diagonales sí o sí.

Abraham Sosa hizo los honores, y con acarreo de una yarda en el endzone sur, los regiomontanos se desataron a festejar lo más cerca que pudieron de su familia. Ahora no viajaron los famosos Patanes, pero el vínculo con aquellos que sí hicieron el esfuerzo sin duda es mucho más simbólico. Ahora, estaban arriba 13-10 sobre los Pumas.

La tribuna universitaria no cesaba de apoyar, al final es una de las razones por las que existe, para brindarle soporte al equipo. El silencio para dejar a la maquinaria ofensiva trabajar, pero el ruido lleno de gritos y chiflidos cuando la defensiva se quiere engrandecer.

Con 7 minutos para concluir, un despeje, de todas las jugadas del fútbol americano, presagió uno de los momentos más silenciosos de la tarde. Ricardo Aguilar sacó la bola en la yarda uno para que Pumas empezara entre la espada y la pared. En la primera jugada, Iván Garza capturó a Daniel de Juambelz en su propia zona de anotación. Y entonces, como lo reconocen en el teatro: mutis.

En un recinto con tal vez 40,000 personas, contando policías, vendedores, prensa, staff del estadio y demás, los únicos produciendo sonido eran aquellos que narraron el encuentro, y los que defendían a la Universidad Autónoma de Nuevo León. La ventaja 15-10 les dio un sentimiento de confianza como nunca lo habían sentido tal vez desde que derrotaron con facilidad a los Borregos de Monterrey en el pasado septiembre.

Poco a poco desapareció el shock, y los aficionados a la UNAM recuperaron la voz, porque aún faltaba tiempo, aún había vida, o simplemente no querían creer que los Auténticos se meterían a su casa a robarles el campeonato.

Con 3:56 en el reloj, vino la última oportunidad de los unamitas. Daniel De Juambelz y la ofensiva puma tenían que recorrer 70 yardas para cruzar el plano imaginario y poner seis puntos en el marcador, los necesarios para dar la voltereta.

Futbolísticamente, una serie impecable.

De Juambelz con su amplia gama de receptores, y con su habilidad extraterrestre de mantener la calma cuando es tercera oportunidad y 14 yardas por avanzar con el Campeonato de los 90 años de los Pumas en la línea. Aguantar en la bolsa, ver tus progresiones, completar con Ricardo Sainz, que consigue 15, para que no haya problema alguno.

Entre jugadas, por supuesto que explotan las Goyas; pero entra la señal y la ofensiva debe trabajar.

Ya en la yarda 22, De Juambelz con 1:13 en el reloj. Se echa para atrás, busca, lanza con confianza ciega en su receptor, es Sainz en las diagonales, quien se eleva, supera la marcación de dos defensivos de los Tigres, se aferra al balón…

Y explota la jarana en Ciudad Universitaria.

El touchdown de Sainz le dio la voltereta 18-15 y la victoria parcial (eventualmente final) a los Pumas de la UNAM. Todas las almas que fueron a gritar la goya, lo hicieron de la manera más auténtica que pudieron haberlo hecho: con una ventaja, viniendo de atrás, a punto de ver a su equipo coronarse campeón.De Juambelz completó la conversión de dos puntos con Salgado, y volvió a explotar la escena en las tribunas. Clásico en el estadio, El que no brinque es Tigre. Siempre es justo y necesario resaltar a quién apoyas, y la ola visual por los saltos asincrónicos siempre son un espectáculo.

Sin embargo, aún quedaba tiempo, un minuto y sólo 3 puntos de diferencia. Tigres es de peligro, y todo mundo, incluidos los propios Auténticos, lo sabe. Pero la tribuna también sabe que queda 1 minuto de temporada en 2017; que de querer regresar a ver fútbol americano en el Olímpico, tendrá que esperar al menos otros 10 meses. Es ahora o nunca.

El Crimson Tide de Alabama, probablemente el ambiente más hostil en el fútbol colegial universitario, mete 100,000 personas cada que recibe a su equipo. El CenturyLink Field de los Seattle Seahawks, mundialmente famoso por su escandalera, mete alrededor de 70,000 personas, todas con intenciones de hacer ruido.

Sainz, con la recepción del campeonato

En la última serie del encuentro, con los Auténticos con la bola, sería científicamente incorrecto pero poéticamente equiparable el ruido del mítico Olímpico 68 con los estadios mas ruidosos de los Estados Unidos. 40,000 personas se unieron al unísono para crear cualquier distracción sonora que pudieran generar, y pregúntenle a la ofensiva de los visitantes si no se resintió, ya que dos falsos arranques consecutivos forzaron que la serie empezara con un 1ero y 20. Fanático del fútbol americano sabe que si de algo es responsable el jugador #12, es de los castigos de concentración.

De alguna manera y ya con seis segundos en el reloj, Tigres se mete hasta el medio campo. Toda la temporada, todo el esfuerzo, todo, se resume a una jugada. Y van por lo increíble, entra Ricardo Aguilar a intentar un gol de campo de 67 yardas. No hay nadie con sus glúteos pegados al cemento, todos están sobre sus dos pies, intentando meterse en la cabeza de Aguilar.

La patada, que de ser buena hubiera sido récord hasta en la NFL, evidentemente se quedó corta. En el momento que Jerónimo Arzate atrapa la patada fallida, explotó por última vez en 2017 la fanaticada de los Pumas, justo para ver a su equipo campeón.

Es costumbre pero siempre es digno de mencionar: este es un deporte de respeto. Se da el pitazo final, y se acaba la mala leche. Cuando los Auténticos Tigres se acercan a la tribuna del Palomar, ésta los recibe con el Ti-gres, Ti-gres, Ti-gres. Porque los fanáticos al fútbol americano saben que sea cual sea el equipo, todos pasan por el mismo sufrimiento, la misma preparación, la misma algarabía en la victoria y agonía en la derrota. Auténticos estuvo a nada de plantar su tricampeonato en Ciudad Universitaria, pero el sábado, fue el día de los Pumas.

Pumas, que visitaron su tribuna en el Pebetero, fueron recibidos con un Goya, uno de tal vez cientos que se entonaron. Regresan al Palomar, y el siempre tradicional Pimpirimpimpim. Pero uno más especial, uno que sabía a campeonato.

¿Tristeza? Por supuesto, del lado sur del Estadio. Grandes jugadores que entregaron todo por la Universidad Autónoma de Nuevo León en sus últimos cinco años, cuelgan las hombreras una última vez. Una generación que le dio dos campeonatos consecutivos al norte, y se quedaron con las ganas de un tercero. De la manera en que se los arrebataron, sin duda frustrante.

Casi tres horas después, con un bronceado masivo y una destrucción de cuerdas vocales casi asegurada, los aficionados universitarios se fueron satisfechos. No solo con el campeonato, pero con el ambiente, con una tribuna civilizada y conocedora del deporte; con un clima y un escenario de auténtico lujo, y con un rival que estuvo a punto de convertir la fiesta en tragedia; que no se les olvide como se quedaron cuando Garza hizo el safety sobre De Juambelz.

Un partido digno de un Campeonato de Liga Mayor. El fútbol americano sigue demostrando que es el deporte amateur en nuestro país que más impacto tiene en el fanático a los deportes. Que si no fuera por el titánico mediático que es el balompié, y todos los intereses que conlleva, los aficionados a las tacleadas llenarían el Olímpico si se los permitiesen. Y el Universitario allá en Nuevo León, y la Ciudad de los Deportes como en antaño. Porque sí, hoy la fiesta fue universitaria. Pero si hubiera sido regiomontana, el ambiente es, al mismo tiempo, similar pero único. Y si hubiera sido ambiente politécnico, misma historia.

Porque así lo fue cuando los Correcaminos Victoria se coronaron campeones de la Conferencia Roja, allá en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Y así lo fue cuando los Potros Salvajes dieron la campanada de la postemporada y ganaron el Campeonato de la Conferencia Blanca, sorprendiendo a los Lobos en Coahuila.

Hoy, para ver a los campeones de la Conferencia Verde, la gente se dio cita porque saben que el espectáculo dentro y fuera del emparrillado no defrauda. Si los Auténticos Tigres hubieran capturado el tricampeonato, la historia se mantiene igual, porque fue un rival digno de respeto, un rival al que hay que temerle, y un rival que sin duda marcará el calendario para cuando les toque regresar al recinto universitario.

Qué gran fiesta para el fútbol americano en México.

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